sábado, 1 de octubre de 2011

WILLIAM BUTLER YEATS




LA ROSA DE LA BATALLA


Joseph Mallord William Turner (1775 - 1851). Pintor inglés. 
La batalla de Trafalgar vista desde las jarcias del palo de mesana del Victory



¡Rosa de todas las rosas, Rosa de todo el Mundo!
Las altas y temblorosas velas, que se agitan desplegadas
Sobre la marea de las horas, perturban el aire,
Y el campanario emerge para ser la protección del agua;
Mientras calmada, o estentórea con esperanza,  una banda
Con el cabello despeinado y húmedo con la espuma se reúne cerca.
Devuélvanse si pueden de batallas nunca hechas,
Exclamo, mientras me pasan uno a uno,
Ningún refugio contiene el peligro, y la guerra ninguna paz,
Para quien oye al amor cantar y nunca deja de estar,
Al lado de su corazón limpio, de su calmada sombra:
Pero reúnanse aquellos para quienes ningún amor ha hecho
Un silencio tembloroso, o que vinieron a lanzar
Una canción en el aire, y el canto pasó
A sonrisa en el pálido amanecer; y reúnanse ustedes
Quienes han buscado más de lo que hay en la lluvia o el rocío,
O en el sol y la luna, o sobre la tierra,
O suspiran entre el errante, júbilo estrellado,
O vienen sonrientes desde los labios tristes del mar,
Y libran las batallas de Dios en los largos  buques grises.
El triste, el solitario, el insaciable,
A esos la vieja noche les dirá todo su misterio;
El campanario los ha reclamado por el pequeño llanto
De sus corazones tristes, que no pueden vivir ni morir.
¡Rosa de todas las rosas, Rosa de todo el Mundo!
Tu, también, has venido donde las tenues mareas son desplegadas
Sobre los muelles de la tristeza, y oído el timbre
La campana que nos llama; la dulce cosa lejana.
La belleza se puso triste con su eternidad
Te hizo de nosotros, y del gris tenue mar.
Nuestros largos buques sueltan temblorosas velas y esperan,
Porque Dios les a asignado compartir igual destino;
Y cuando al fin, derrotadas en sus guerras,
Ellas se hayan hundido debajo de las mismas blancas estrellas,
No oiremos más el pequeño llanto
De nuestros corazones tristes, que no pueden vivir ni morir.


(Traducción: Víctor A. Bueno M.)

  
THE ROSE OF BATTLE


Rose of all Roses, Rose of all the World!
The tall thought-woven sails, that flap unfurled
Above the tide of hours, trouble the air,
And God's bell buoyed to be the water's care;
While hushed from fear, or loud with hope, a band
With blown, spray-dabbled hair gather at hand.
Turn if you may from battles never done,
I call, as they go by me one by one,
Danger no refuge holds, and war no peace,
For him who hears love sing and never cease,
Beside her clean-swept hearth, her quiet shade:
But gather all for whom no love hath made
A woven silence, or but came to cast
A song into the air, and singing passed
To smile on the pale dawn; and gather you
Who have sougft more than is in rain or dew,
Or in the sun and moon, or on the earth,
Or sighs amid the wandering, starry mirth,
Or comes in laughter from the sea's sad lips,
And wage God's battles in the long grey ships.
The sad, the lonely, the insatiable,
To these Old Night shall all her mystery tell;
God's bell has claimed them by the little cry
Of their sad hearts, that may not live nor die.

Rose of all Roses, Rose of all the World!
You, too, have come where the dim tides are hurled
Upon the wharves of sorrow, and heard ring
The bell that calls us on; the sweet far thing.
Beauty grown sad with its eternity
Made you of us, and of the dim grey sea.
Our long ships loose thought-woven sails and wait,
For God has bid them share an equal fate;
And when at last, defeated in His wars,
They have gone down under the same white stars,
We shall no longer hear the little cry
Of our sad hearts, that may not live nor die.


 
William Butler Yeats
Poeta irlandés (1835-1939) Premio Nobel de Literatura, 1923
  

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