jueves, 28 de febrero de 2013

HAROLD HART CRANE



ANTE LA TUMBA DE MELVILLE


 
Winslow Homer (1836 - 1910). Pintor estadounidense. High Cliff, Coast of Maine, 1894


Muchas veces bajo la ola, lejos de esta cornisa
vio que los dados de los huesos de los ahogados legaban
una embajada. Mientras observaba, sus números
golpeaban y se endurecían  sobre la cenicienta playa.

Y pasaban los naufragios sin el son de las campanas.
El cáliz de la dadivosa muerte devolvía
un disperso capítulo, lívido jeroglífico,
portento enroscado en corredores de caparazones.

Luego, en el calmo circuito de una vasta espiral,
hechizadas las sogas, la malignidad reconciliada,
congelados ojos erigieron altares
y silenciosas respuestas se arrastraron a través de las estrellas.

Brújula, cuadrante y sextante no inventarán 
otras mareas… alta en los precipicios del azur
la monodia no ha de despertar al marinero.
Sólo el mar guarda esta sombra legendaria.

Traducción de Rolando Costa Picazo  



AT MELVILLE'S TOMB

Often beneath the wave, wide from this ledge
The dice of drowned men's bones he saw bequeath
An embassy. Their numbers as he watched,
Beat on the dusty shore and were obscured.

And wrecks passed without sound of bells,
The calyx of death's bounty giving back
A scattered chapter, livid hieroglyph,
The portent wound in corridors of shells.

Then in the circuit calm of one vast coil,
Its lashings charmed and malice reconciled,
Frosted eyes there were that lifted altars;
And silent answers crept across the stars.

Compass, quadrant and sextant contrive
No farther tides . . . High in the azure steeps
Monody shall not wake the mariner.
This fabulous shadow only the sea keeps.

The Bridge (1930)



Harold Hart Crane
(1899 – 1932). Poeta estadounidense.
Retrato por Carl Schmitt (1889–1989). Oil on metal support, after 1917

domingo, 24 de febrero de 2013

MARÍA LOURDES HERNÁNDEZ DE MARTÍN



     


Clarence Hudson White (1871 – 1925). Fotógrafo estadounidense.




     Habré de contaros de los temblores
     que estremecen mi piel.
     Pobre árbol que es mi cuerpo
     atorado de sol, de vientos,  huracanes.
     Otoño enceguecido, nido abandonado
     soy.
     Apenas si, florecida sombra
     que se acuesta sobre la tierra húmeda.
     Hojas cayendo,  gajo de  convulsas palabras,
     la tristeza herida se destiñe y cae.

     Brote fogoso,
     la nostalgia sube por mi cuerpo
     y  oprime mis senos.
     Ánfora de  viejos recuerdos
     cuelga de mí como frustradas raíces.
     Posada de mis sueños se desfleca en colores.


     Es entonces cuando habré de deciros
     de las profundidades, no de las mías,
     nunca he llegado a ellas.
     Aspiro recorrer el vértice de mi angustia
     en mi apogeo de alma montañosa ,
     caminar  por el sendero, serena alfombra,
     por donde corre el río que  seduce mi cuerpo.
     Árbol que soy, cuando cae la lluvia,
     crujo de alegría,  reposo es sereno
     sobre las hojas húmedas.


     Habré de cabalgar
     entre la turbulencia del dolor
     y  la alegría imprecisa.
     Libre de amuletos,
     forjaré mi verbo.

      Inquieta estancia,
      siento en mí,
      la ausencia del sol.
     A veces, como un ojo volcánico
     me estremece su euforia
      invoco su inmensidad,
     pero no cabe en mí.
     Me asfixia la lejana sombra,
     diadema que  me  cubre los ojos.
     Beber el agua de la infancia
     no tiene nada de sencillo.
     Mi sonrisa será el aleteo
     de mi alma  en fuga,
     crucial intento, nada más.


     Cuando ya sea la tarde
     y el mundo  de mis sueños repose,
     mi angustia quedará   dormida
     en las campanas de la vida.
     En el instante exacto despertará el sonido,
     cuando  alguien  descubra un posible planeta
     les hablaré  nuevamente del asombro.


     He llenado de versos  el estanque
     donde deja la fuente sus secretos.
     He colmado de sonidos  leves y profundos
     los violines del alma.
     Sé cómo suena la colmena,
     cuando la miel exhibe dulces hilos,
     mientras este pequeño globo, ateneo de la vida,
     atardece mi  voz.



María Lourdes Hernández de Martín
(1947). Poeta venezolana.



VÍCTOR SALAZAR











PABLO NERUDA



LOS NOMBRES





Tomado del libro: UNA CASA EN LA ARENA.


Texto: Pablo Neruda
(1904-1973). Poeta chileno. Premio Nobel de Literatura, 1971.
















Fotografía: Sergio Larraín

(1931-2012). Fotógrafo chileno
  














viernes, 22 de febrero de 2013

JOSÉ LIRA SOSA


PALABRA



Flor Garduño (1957). Fotógrafa mexicana. 



     Palabra leve efímera
     breve y desnuda
     qué bella surges
     a veces
     inesperada en el poema.



De: Con la palabra en la boca



José Lira Sosa
(Maturín, 1930-Porlamar, 1996). Poeta venezolano.