domingo, 21 de octubre de 2012

REYNALDO PÉREZ SÓ



FRAGMENTOS DE UN TALLER
ARS POÉTICA


William Blake (1757 – 1827). Pintor poeta y místico inglés.


   Un poema lleva a Dios, pues un poema es una forma de Dios. No es el hombre quien habla, es Dios, solamente Dios por medio del poeta. Salomón no nos canta en el Cantar de los Cantares, es Dios, de aquí el misterio del verdadero poema.

   La primera línea del poema es el poema.
La última, reitera con otras palabras la primera. Las líneas centrales son meramente puentes para que la cabeza y la cola se confundan, en circunferencia.

   Unos preguntan por el valor de sus poemas. ¿En qué sentido? Si el valor se refiere a los ajustes formales posiblemente estén bien o mal. Existen normas que se aprenden por medio de manuales o simplemente estudiando a poetas, sus mejores poemas, libros. Si un texto se imita bien, el poema estará, formalmente logrado. Es truco, mero truco. Engañabobos.

   Un poema transparente es mudo, deja que todo se vea igual. Se podría decir que no existe. Ni siquiera se oye.

   Un verdadero poeta ha escrito los peores poemas que ha roto o todos han olvidado, incluso él. Son la parte que complementa la condición humana.

   El tiempo por todos nosotros es un tiempo diferente al conceptualizado por las culturas nórdicas –además, entre estas últimas se notan diversas. La rigidez de la forma, ideas y discurso no necesita profundizarse: es evidente. Nuestro tiempo es flexible, moldeable a nuestras necesidades, además, cambiante. “No nos podemos bañar dos veces en el mismo río”, afirmaba Heráclito. Nada mejor para definirnos. Nuestros mejores poetas captaron ese tiempo, vuelto lenguaje, idea.

      Si se invierten las palabras, el poema desaparece. Si se las cambian, desaparece. Si se mutila, desaparece. El poema es único, exacto.

   La primera lectura es para los ojos. La segunda, para el oído. La tercera, reposa en la emoción. La cuarta, para los otros. La quinta se multiplica en el tiempo. Es el destino del Poema que ha encontrado un centro.

Los equivocados con la poesía terminan a veces como líderes de movimientos poéticos en los asilos llamados Centros de Estudios Poéticos, Asociaciones Internacionales de Poesía, Clubes de la Metáfora Cósmica, etc. Ahí respiran el oxígeno embotellado de las palabras de aliento.

   Pulir y pulir versos: las monedas de oro se convierten en polvo, imperceptiblemente, entre las manos. No son los trabajos de Sísifo, sino del mal poeta que no entiende la perfección del oro.

Un poema erótico que no produzca erección en su lector, deseo, nada tiene de erótico, por más intentos que busque nuestro fracasado autor por otras vías ajenas, claro está, al poema.

   La belleza de un poema parte de la calidad interior del artesano. Esa calidad como Midas conforma belleza. Perdida esa calidad como Midas conforma palabras pero de forma aparente: ideas al aire, sin gravedad, imágenes sin fundamento.

Si un poeta declara ser inteligente uno se encamina hacia la otra dirección. Si expresa que su lenguaje, estilo, están depurados hay que evitar su lectura. Si habla pomposamente de humildad, sensibilidad y otros atributos algún vendedor está tocando a su puerta.

   Contrario a la creencia popular el verdadero poeta es un monje. No enclaustrado entre prejuicios, enfrentado a una lucha eterna contra los deseos, sino un monje que vive como el resto de los hombres, con el resto de las pasiones humanas, que vive, de hecho, una vida común que la dignifica de adentro hacia fuera, de afuera hacia adentro. Un monje, esclavo, que obedece a su condición de búsqueda poética.

   La ayuda óptima para un poeta es no ayudarlo. Hacer las cosas más difíciles, casi imposibles. A partir de entonces se sabrá frente a qué tipo de poeta estamos y la ayuda no será necesaria.

   Los mejores versos de un poeta son los que gustan pero no están en las antologías.
   El mejor poeta no tiene nombre.
   El mejor poema pierde el autor.

   Si el poema no sale, no sale. Forzar la escritura es lo suficiente como para dar principio al engaño. Posiblemente la imagen del poeta esté en juego, lo que hace que se fuerce, se niegue. Si nada hay por escribir, no se escriba.

   El país existe por sus poetas. son los únicos héroes silenciosos de la lengua, la sensibilidad, la cultura. Mientras una tierra no los tenga, la nación es un trozo de carne que se pudre en la intemperie de los políticos y las matanzas. Veamos la historia.


De: Fragmentos de un taller, Ars Poética (1990)


 
Reinaldo Pérez Só
(Caracas, 1945) Poeta, traductor y médico venezolano.


No hay comentarios: