Nos reciben las
calles conocidas
y la tarde
empezada, los cansados
castaños cuyas
hojas, obedientes,
ruedan bajo los
pies del que regresa,
preceden,
acompañan nuestros pasos.
Interrumpiendo
entre la muchedumbre
de los que a cada
instante se suceden,
bajo la prematura
opacidad
del cielo, que
converge hacia su término,
cada uno se
interna olvidadizo,
perdido en sus
cuarteles solitarios
del invierno que
viene. ¿ Recordais
la destreza del
vuelo de las aves,
el júbilo y los
juegos peligrosos,
la intensidad de
cierto instante, quietos
bajo el cielo más
alto que el follaje?
Si por lo menos
alguien se acordase,
si alguien
súbitamente acometido
se acordase...La
luz usada deja
polvo de mariposa
entre los dedos.
De: Las personas del verbo
Jaime Gil de Biedma
Poeta español (Barcelona, 1929 –
1990)
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