EN NEGRO, DE GASAS Y
LENTEJUELAS
A mi madre, a su hermosísimo vestido
Llevo apegado a la piel vestido espléndido
sus hilos desiguales cubren y permiten transparencias
lentejuelas trazan allí la flor imposible
el pensamiento
esa flor cuyo centro luminoso se yergue
entre el oscuro cáliz
Negro es el traje y da la luz de su negrura
saca hacia fuera cuerpos
mas no incita recata sólo es un diferimiento
una lentitud
un prolongado diálogo
sostenido siempre al ras
Llevo inscrito en la más oculta piel
el nocturno traje, el abrazo
sus gasas se despliegan ondulan
puntean círculos y tientos en torno a un fuego
dibujan el néctar destino del inconsciente zángano
Leve, leve y suave entre los andares
se adhiere a su trama
el objeto de la simpatía y la correspondencia
Leve, se enreda entre los hilos
descompone el dibujo original
y marca un punto
un lunar extraño al juego
Así un nuevo pensamiento se borda y añade
un pensamiento de urdimbre contraria
que arriesga y desplaza
la unidad de tela, trama y florescencia
él es entonces el punto que amenaza el rigor de los enlaces
la
severa belleza de la negra luz
el negro sol soberbio
en eclipse
Afanoso se afana en hermanarse a la tejida flor
y espía el secreto de los hilos
que en paciente abanico juntan
una a otra
lentejuela
sólo por mimesis.
Antigua, casi arcaica es mi herencia: el traje
Y vieja la flor
la acumulada y densa
Lo cruzan vientos, tempestades, curvaturas
y un ruedo firme
un hilván asegurado
por la anterior de las abuelas
Llevo en mí un telar de espera que cruza el mar
desde largo tiempo atrás se hace el traje
Llevo en mí la niña que ríe suspicaz
mientras mira
a través del ojo, del ojillo
de una lentejuela
El ojo de una lentejuela, no el de dios
el ojo que satura un pensamiento
Cargo de modo esforzado el milenario vestido
difícil me es lucirlo
Despliego sus velos
y cumplo y me cumplo
- obligada estoy a ello
Es un cáliz, una flor que soporta el vino
la profunda conexión
entre la tierra, el dios y nada
Esparzo su trama secreta, religo, anudo, desato
por mí el telar de la Penélope
la lucidez de Diotima
la extreme belleza, la de la diosa
por mí la continuidad de sus nombres y sus hombres
y la prolongación de la flor y los altares
del pensamiento
por mí la vulnerada hoja que ahora es página
letra coagulada
He heredado el vestido de enredos incitación
el de la fiesta difícil
Vestal, sacrificial
juega al viento y se complace
deja destellos
rasguños
encantamientos
Ven, míralo, entre la profunda oscuridad de mis pupilas
se devela
Asómate cruza pestañas y azules
toca el nervio que aborda mi nerviosa fibra
asciende y ve, mira
allí enrama el misterio
la rara danza desigual
que luego se riega y exige un vestido
la paga...
por el otro
la imaginación de un tercero
el único pensamiento
Dibuja ahora el dios en mi telar
quiero su rostro
Ciego, perdido ya, a tientas, me busca
envía mensajeros
aprendices
pícaros
quijotes incendiarios
puntos que desordenan mi regularidad
Mi traje trama la antigua tensión del tejedor
aquel que soñó la tierra circular
la esfera absoluta
la plena inundación por un centro
fervorosamente pensado
decidido
elegido
He crecido, me he regado
sin testamentos
sólo un guiño una picardía
un ansia propagadora
Como lluvia
he difundido mi traje
he bordado la única flor
el pensamiento
«¡ay mi niña comprende mi mirar y llévate este traje
la flor, intensa y violada
el motor
el jardín hilado en la Noche
los ramos y las oscuras florecillas
los recodos
aquellos que fundarán telares!»
El, él me lanzó un puente, una carnada, un hilo
como si yo fuese un pez
él, el pescador me soñó
creó su cuerpo, la filigrana
y consumándose me consume
«aparta de mí ese cáliz»
devora mata alimenta a los suyos
se complace en la presa
y exige la bella, la del raro traje
«¡un rey en estas trenzas está preso!»
Por dios, ¿quién es tu más antigua madre?
Es, dios, ¿la desnudez?
No. No la quiero.
Llevo un traje
una conquista hecha de abuelas fuertes.
Llevo un vestido hecho a mano
tejido hilo a hilo
Llevo una memoria que enlaza
un círculo que da coherencia
que anuda el dios y lo cuida de lo libre
Llevo en mí bordados de iniquidad
magnificencias
arrastro mi cola
No quiero desnudez, no quiero el denso vacío
quiero brocados, tintes
telas, gasas, matiz
- ¡que pueda verte alguna vez!
- ¡que yo te trence entre mis trenzas!
- ¡que me crea soberana tu secreta ley!
Quiero bordar, quiero la aguja, mi ansia es un telar, la
rueca
- quiero, sabes, una murmuración
el murmullo de un río y el choque de sus piedras
golpeando rechazando
mientras corro, ando, cuento hilos y ato cuerdas
Soy la rueda de la rueca el destino el bordado
me muevo entre suavidad y lentitud
Soy la sacra memoria que se recuerda entre pespuntes
aleteos, ruedos
Salgo, aparezco
entre residuos
soy un viejo vestido jamás raído
mis nietas se disfrazarán de mí
soy su vindicación y la mía
la costurera eterna
Hija, te he dado el telar que es canto
órnalo
todos así lo desean
gloriosa soy
y el dios
hundido, más hundido se hundirá
aguja e hilo
de otro pensar.
De: Hasta que llegue el día y huyan las sombras
Hanni Ossott
(Caracas, 14 de febrero de 1946 – 31
de diciembre de 2002) Poeta, ensayista, traductora y docente venezolana.
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