jueves, 3 de mayo de 2012

HANNI OSSOT



ALMA MATER





 
Gustav Klimt (1862 - 19018). Pintor austriaco. El Beso, 1908 - detalle



A Ingrid Ossott, mi hermana

También es bueno amar, porque el amor es difícil
(Rilke, Cartas a un Joven poeta, Carta 7)

Rainer María Rilke en las Cartas a un joven poeta dice que el amor es una carga. También sostiene que es difícil. Una prueba y un examen. Esta afirmación sobrecoge e intimida porque nos resta libertad. A nosotros nos gusta amar a nuestras anchas, preferimos sentirnos seguros en nuestro ámbito. Esto quiere decir que queremos estar en confianza – como diría Heidegger.

Existe la delicia de entrar y salir en nuestras casas sin perturbaciones. Con caricias al loro, con palabras amables a la casera. Todo dentro de una felicidad nimia y durable. Sin embargo, “el amor es una carga”. El arco por debajo está tenso. La llama se encrespa. La felicidad se vuelve una tontería.
¿Qué amamos? La playa, la literatura, el propio amor, la casa, la universidad, los amigos. Esto es suficiente para una vida, para un sufrir y un milagro. Hay tanto diálogo silencioso entre todo ello, tanta efervescencia. Hay también tanta gente para amar y tanta para ofrecerle la distancia, aunque sea provisional.

Sí, escribimos, fervorosamente amantes y en combate. Sí, amamos, fervorosamente y en combate. Lo otro se apresta para ser nuestro enemigo. Como un fantasma. Una otredad. Por amor. Y vemos las cejas, sus manos, la furia. Y decimos: es el Cid, no puede ser otro. Después de todo y al final el Tao existe y la pasión se asilencia. Los caballos dejan de trotar. Ximena se hará la loca. Sembrará calas, ortigas y cayenas. Y después, cuando se sabe que el amor es una larga carga, viene el beso, la magnífica conjunción, allí la literatura canta y el alma se vuelve Alma Mater. Sabiduría.

Pero antes de todo ello nos espera una larga temporada de asentimientos, olores, miradas, mares, silencios, aprobaciones y rechazos. El alma debe macerar el amor, cocerlo en una suerte de caldero a fuego lento, fijarlo en un punto entre la duda, lo irracional y lo irreconocible. Entre la muerte, la vida y el amor…Se trata de una epopeya en donde el desencuentro está a la orden del día y en donde lo luminoso es casi un hallazgo.

A veces surge un guiño de ojos y aparece en nosotros lo que Pavese llamó “estrado de gracia”; es entonces la “segunda vez”, esa segunda vez por la que reconocemos que el objeto del amor se corresponde con aquello que idealizamos. Puesto que al fondo del alma y del amor se teje un sueño, el mito forjado en nuestra infancia: unas manos, una afinidad, un olor de tabaco, un cuerpo, una genealogía secreta, una casa. Ellos luchan contra nosotros y a favor de nosotros. Desde esa genealogía nos hacemos matriz y generamos símbolos para nuestra construcción, destrucción o dolor. Morimos de amor, de alegría, de desazón.

Mas entre tanto bullicio, entre tanto combate y tanta “carga” vale la pena a veces el salto. Rilke dice:

(…) ¿No es tiempo ya de que quienes
amamos
nos liberemos del amado y resistamos vibrando:
como la flecha resiste a la cuerda, para ser en el impulso
de su salto
más que ella misma? Porque no hay que permanecer en
ninguna parte.

Quizás entre todo ello, sólo falte una palabra: la larga paciencia. Pues, no siempre se puede saltar. Y el corazón se acongoja. Precario. Lleno de estrías. En pena. Sacrificado. Tenso. En llanto. Por amor. Desde la espera. Tejiendo una rara y secreta fidelidad.

No por otra cosa se llora tanto en La Odisea.


DE: CÓMO LEER LA POESÍA

 
Hanni Ossott
(Caracas, 1946 - 2002) Poeta, ensayista y traductora venezolana.


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