«NO DEL AGUA DEL MAR»
Hanoi Martínez León, pintor cubano (1973) - Atardecer en la ciénaga
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No del agua del mar, sino de esta otra,
De lentos remolinos, donde las hojas
Desprendidas y muertas se balancean;
Del irisado gas burbujeante,
Que el respirar del lodo va soltando,
La vida de los hombres se ha formado
De sombra y de misterio amalgamada.
En la vastedad del mar nacieron dioses:
Somos frutos del cieno, agua turbia.
BALADA
Frank Mason, pintor estadounidense (1921-2009) – El Guitarrista flamenco
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Di la vuelta al continente
Sin salir de este lugar
Interrogué a toda la gente
Como el ciego o el demente
Cuyo sino es preguntar
Nadie me supo decir
Dónde estabas o vivías
(Ya cansados de olvidar
Para morir sólo vivos
Perdían la cuenta a los días)
Tomé mi guitarra
En el umbral me senté
Con el cuenco de limosna
Con pan duro en la alforja
Desengañado canté
Quizá dijese romanzas
O cantigas de encantar
Aprendidas en las andanzas
De las escasas venturas
De quien no supo esperar
Andaban lejos tus pasos
Ni las cantigas oíste
Vivías presa en los lazos
Que hacían otros brazos
En tu cuerpo que desvestiste
Cuánto tiempo me quedé
Sangrándome allí los dedos
Cuántos ayes yo solté
De esta hambre me crié
Ni yo sé ni tú recuerdas
Pues nunca te lo conté
Hasta que un día te cansaste
(Era polvo no era monte)
Otro recuerdo dejaste
Y en las aguas de esta fuente
Tu sed viniste a matar
-Oh arcada de mi puente
«EN LA ISLA A VECES HABITADA »
En la isla a veces habitada de lo que somos, hay
noches, mañanas y madrugadas en las que no
necesitamos morir.
Entonces sabemos todo lo que fue y será.
El mundo aparece explicado definitivamente y
nos invade una gran serenidad, y se dicen las
palabras que la significan.
Levantamos un puñado de tierra y lo apretamos
entre las manos.
Con dulzura.
Ahí se encierra toda la verdad soportable: el
contorno, el deseo y los limites.
Podemos decir entonces que somos libres, con la
paz y la sonrisa de quien se reconoce y viajó
infatigable alrededor del mundo, porque
mordió el alma hasta sus huesos.
Liberemos lentamente la tierra donde ocurren
milagros como el agua, la piedra y la raíz.
Cada uno de nosotros es de momento la vida.
Que eso nos baste.
NOCHE BLANCA
Sirio brilla en lo alto. Sobre el río
El silencio del fondo se difunde.
Las columnas doradas que sostienen
La tierra luminosa, como estatuas sagradas,
Son llamaradas de agua.
Dos sombras perdidas en la hoguera,
Dos murmullos de pena.
Esta hora es nocturna y verdadera:
Sirio juzga desde lo alto, mientras las sombras,
Entre asombro y miseria confundidas,
Se callan para oír en las aguas serenas
La palabra y el canto.
José Saramago
Escritor portugués (1922 – 2010)
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