LA LLAMA EN LA ARENA:
REFLEXIONES DEL POETA GABRIEL MANTILLA CHAPARRO
Anne Vallayer-Coster (1744-1818). Atributos de las Bellas Artes.
1. Es importante para todo hombre de letras, entrar en contacto con las imágenes, con la pintura, con el cine, para fortalecer la capacidad plástica de la palabra y del mensaje poético. La Realidad, con toda su carga de ironía, paradoja, el esplendor, la magia, el espejismo y la desesperanza.
2. Un poema es a veces como una lápida abandonada por años, hasta que alguien entra de nuevo en contacto con ella, algún remoto pariente o amigo, y se dedica a limpiar el chamizo, el yuyo y va descubriendo los signos que sobreviven al tiempo la fecha del nacimiento y de la muerte, el nombre que tuvo el difunto y el epitafio que constituye las primeras y “últimas palabras” que hablan por él. Esa limpieza ceremonial la amerita el poema. Por ello en esa evolución todo rastro, pieza, copia o borrador, tienen un valor inestimable para la vida del poema.
3. Un poema es singular, irrepetible, como lo es también la emoción y la experiencia de su creación. Nunca más volverá a ocurrir nada semejante. Como ninguna caricia es igual a la otra. Cada una es en sí misma. Como que ningún pintor ha pintado dos veces la misma obra. La poesía es un mar de imágenes pasando bajo el puente de nuestra Existencia, en el espeso bosque de nuestro Destino.
4. La verdadera creación se alimenta mucho de esta soledad. Como dijera Vallejo “Nunca estará solo de soledad humana, aquel lugar por donde un hombre haya pasado”. No estamos nunca tan solos, si no tenemos a nadie junto a nosotros, nos quedan los fantasmas, la luminosa sombra de nuestros amados seres que se han ido a una dimensión superior. Aunque estemos con otro ser bien podremos sentir esta soledad y aprovecharla. Rilke decía al joven poeta Kappus, que si su soledad era vasta y estaba solo en medio de la fiesta, debía alegrarse, porque sólo una gran soledad era lo justo para un poeta.
5. Un mundo por una caricia. Valoración “Informe sobre caricias” de Mario Benedetti. La caricia oportuna (manifestar el amor a los seres amados. Es mejor acariciar un rostro que acariciar una fotografía o una tumba). Muchos seres se sacrifican para que nosotros podamos crecer (Ej. La madre, el padre, por ello son elementos o figuras claves en la poesía). A veces salimos de casa en la mañana, huyendo casi, al fondo nuestro anciano abuelo toma el sol mientras piensa, no tenemos tiempo de besarle en el nuevo día, seguimos de largo, pero antes de llegar a nuestro lugar de trabajo nos hemos detenido y besado a un abanico de extraños a nuestra sangre.
6. Debemos crear las condiciones adecuadas para escribir, pues como todas las cosas exquisitas y responsables que el hombre acomete, como el cocinar, el pintar, hacer cine, hacer el amor, etc., escribir requiere de unas circunstancias muy especiales que catapulten la idea, la pasión, la fuerza, el sueño, el deseo, la verdad que viaja en el remolino de nuestro interior hacia las orillas del poema: la soledad, la música, un buen baño, un trago, relax, una buena libreta de notas, una pluma que no falle, el leer mucha poesía de otros autores, son algunos de esos ingredientes que garantizan en cierta medida el buen punto de esta gastronomía poética, que podrá engendrar cosas insospechadas y que una vez nacida encontrarán algún día su lector fundamental y su propio destino.
John Frederick Peto (1854 - 1907). Pintor estadounidense.
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7. Sobre esto se ha hecho la literatura de todos los tiempos y de los que vendrán. Y no es eso una pobreza, muy al contrario, son tan rico, tan minerales dentro de su propia estructura, que auguran ellos mismos una larga vida para la poesía y los poetas de todos los tiempos. Celebra y canta la condición humana, a la vez que la rebela y la enfrenta consigo misma. Toda esta gracia y tragedia sucede en el hombre. He aquí la garantía de que la vida siga su curso y a la vez testimoniada por los hombres sensibles e imaginativos de mañana, sin que pierda un gramo de su peso, un punto de su acritud, un tono de su melodía, un ápice de su región abismal y nada de sus cumbres, así como conservará esa zona límbica en la que todo es incertidumbre, riesgo, hallazgo, reto y posibilidad.
8. En el fluir de la vida, de la existencia, sólo sobre escasos cimientos se sostiene la gran pasión, el inenarrable tormento y la oceánica sed de ver cumplidos sus deseos, que nos signa. Son pocos estos cimientos, pero tan grandes vastedades abarca cada uno en nuestro breve paso sobre la tierra, que el mismo Borges los llamó las Kenningars, o sea, las metáforas eternas, y serían tales como: El tiempo: la fugacidad, la disolución. La Infancia, lo erótico, La muerte, la soledad, el amor, el dolor, la desesperanza, la amistad, la ausencia, la pérdida, lo lejano, lo antiguo, lo remoto. Lo soñado. El Otro.
9. NO, ya una ciudad que se mueve, que se agita entre las murallas de lo insospechado, lo doloroso, lo temible, lo peligroso y lo culto, lo laborioso, lo gozoso, lo artístico, lo místico, etc. Donde unos vivimos, soñamos, otros mueren y algunos se suicidan y esa es la estela de acciones en las que, va haciendo su propia suma el devenir de la vida humana. Sobre esos rieles se desplaza en tren de nuestra existencia por las arterias de la ciudad física e inextricable.
10. Antiguamente, los viajeros que llegaban a las ciudades y pasaban su umbral, su alcabala, el arco de entrada, empezaban a cantar su nombre en señal de que iban a comportarse honradamente y sin violencia, maña o sospecha. Y cuando salían hacían lo mismo. Algunos preferían tratar de salir en forma discreta o como fugitivos. Los de Ahora no cantan ni al entrar, al salir menos.
Richard Estes (1932). pintor estadounidense.
Park Row Looking Towards City hall, 1992
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11. También nos internamos en la Ciudad, como esa interesante enemiga en la que deambulamos y hacemos vida. En ella hallamos lo anhelado, lo bueno y lo malo, todo enigma, olvido, secreto y certeza, toda tentativa y toda inhibición, todo lo místico, el aquelarre y el delito. No ya aquella ciudad inocente, de hace 60 años, colmada de jóvenes y seres maduros, definibles por su cortesía, su inocencia, sus escritores serenos que atravesaban con paso fino la paz del clima y su neblina, o el silencio casi audible de una paz social parecida a la ausencia, al temor, la costumbre o la complicidad.
12. Conscientes, lúcidos, como estamos, de que no vivimos en un mundo perfecto, y que, como dijera Horkheimer “la realidad tiene una tara esencial”. Pero imperfecto o no, es el único mundo en que haciendo uso del Lenguaje, podemos testimoniar lo que para nosotros es, ese mismo mundo en el que debemos y podemos crear y soñar en forma permanente.
13. Buscando siempre los caminos que nos lleven a nuestro propio ser, en un estrecho vínculo entre filosofía y poesía, entendida esta fusión como un acto supremo de penetración, de reflexión en el espíritu y las cosas humanas, en su desarrollo y en su ultimidad. Asumiendo como alto compromiso de la poesía el Impedir la banalización de sus grandes fuentes temáticas: La Muerte, El Amor, la Amistad, la Infancia, la Palabra, el Poema y la misma Poesía.
14. El conocimiento del mal, la capacidad para palparlo, identificarlo, descubrir sus distintas manifestaciones, nos llevará a conocer, en la misma medida las dimensiones del Bien, la fuerza positiva de nuestras pasiones, el tuétano sustancial de nuestros deseos, de lo cual surgirá entonces la potencia humana, nuestra fortaleza como seres existentes y participantes dentro del mundo, en relación con otros seres y en una responsabilidad infinita con nosotros mismos.
15. Es de realidad que estamos hechos, por lo cual es fundamental mirar al exterior, observar profundamente para poder mirar hacia el interior de nosotros mismos, a sacar de nuestra aljaba la flecha que habrá de ser disparada en los insondables abismos y las elevadas cumbres de nuestro ser.
Gustave Caillebotte (1848 – 1894). Pintor francés. Henry Cordier
16. Después de todo, nada nos garantiza que más allá de la intención comunicativa o del silencio, nuestro nombrar, nuestras palabras, nuestros ecos permanezcan. Aunque han sido muchas las obras y testimonios que demuestran su pervivencia pese al paso del tiempo, ese “Tiempo desgarrador” que se desgaja en pasado, presente y futuro y que termina por hacer cesar a los hombres y las cosas .” Y si después de todo no sobrevive la palabra “ nos grita, nos advierte el coraquenque ciego, el poeta peruano y universal Don César Vallejo.
17. Si vamos pasando y vemos que un perro está moribundo en el camino, ¿habrá razón posible que nos impida acompañarlo en sus últimos momentos de vida? ¿Tendremos miedo? ¿Caminamos de prisa? ¿o nos detendremos para convertirnos en parte de su última mirada? . Si los animales son fieles en vida ¿cómo lo serán en una dimensión mayor?
18. Somos seres finitos, que ontológicamente somos en cuanto estamos siendo, que nos movemos en la dimensión espacio temporal y que, como dice Heidegger, "la única certidumbre que tenemos es la de la muerte". Pero, ante esta noción de brevedad y de finitud, de disolvencia en el tiempo, nos creemos en el deber y en la situación de ser intensos, apasionados, “inmortales mientras existimos” como dice Álvaro Mutis.
Gabriel Mantilla Chaparro
Poeta, ensayista y profesor universitario venezolano, nacido en Cali, Colombia, 1954. Profesor de la Escuela de Letras, Departamento de Literatura Hispanoamericana, Universidad de Los Andes, Mérida. Magíster en Literatura Latinoamericana en Pontificia Universidad Javeriana de Santafé de Bogotá.
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