SALIR DE LA PENUMBRA
A qué pensar en un
opaco bosque
donde el crepúsculo
reina tristemente como un monarca umbrío;
donde el viento
entreteje las lloviznas de Marzo;
y los hurones danzan
sobre las últimas hojas,
— junto a algunas
cabezas queridas—
cuando las lianas
crecen sobre las tumbas solitarias.
¿A qué hablar de
retornos …? No levantes las piedras
No violes los ocultos
recuerdos.
¿A qué hablar con las
bujías del remoto albergue,
con sus lechos que el
soplo del ocaso ha invadido…?
Allí están las maduras
casuarinas y el derrumbado cielo.
Ahí penden todavía los
amables sueños,
—apenas si una lágrima
empaña sus áureas mentiras—
y luego, los exangües
retratos, el brumoso lugar de nacimiento;
y más lejos, aún, la
sombra de tus padres.
Entonces, ¿a qué el
hastío que relatan los viejos amigos…?
Aquéllos que llegan
diciendo: “Estamos muertos hace tantos años…”
¿Qué importa el diurno
decaer, la avecilla que agoniza en tus manos…?
Juntos estamos. La
noche arroja, lerda, tu cabeza en mi hombro,
y borra una vez más
nuestras recientes huellas,
los pálidos fracasos,
el llanto de la luz…,
el leve roce de las
cosas, pequeñas como sus nombres;
la vana vida que huye y
sin embargo es fiel.
Y nosotros, en estos
desterrados paraísos,
entre estos pechos de
estériles designios,
juntos y amantes, cerrar
los ojos y pensar:
“Allá lejos, allá lejos
ya todo ha sucedido…”
De: LAS COSAS Y EL DELIRIO
Enrique Molina
(Buenos Aires, 1910 - 1997) Poeta y
pintor argentino.
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