II
Y, sin embargo, la soledad marina penetra
en nuestros lechos
y descubre el efluvio de los cuerpos tendidos sobre la tempestad de los encuentros.
y descubre el efluvio de los cuerpos tendidos sobre la tempestad de los encuentros.
He aquí un amanecer de mitos en la
prolongación de los espacios.
Te esperaba hilvanando circulares mensajes
en los ojos del
nombre, o escribiendo en la más alta noche del impulso donde
los límites del sueño corren en llamaradas de letargo.
nombre, o escribiendo en la más alta noche del impulso donde
los límites del sueño corren en llamaradas de letargo.
Siempre hubo esos espejos de sal tras la
promesa, ese algo
levantado hacia la torre fiel de la desesperanza, ese soplo de
cómplices riberas en mitad de las aspas desnudas del ayer.
levantado hacia la torre fiel de la desesperanza, ese soplo de
cómplices riberas en mitad de las aspas desnudas del ayer.
Oh inmensidad de los primeros cauces recobrados
para el
conocimiento del amor, soñé en tu sed las manos de la amante,
el ovalado mediodía de los oleajes bajando al corazón de la
atarraya, el repentino amor contra mi puerto, y de pronto eres
playa donde los grandes labios de mi fe no llegan a inundar tu aliento.
conocimiento del amor, soñé en tu sed las manos de la amante,
el ovalado mediodía de los oleajes bajando al corazón de la
atarraya, el repentino amor contra mi puerto, y de pronto eres
playa donde los grandes labios de mi fe no llegan a inundar tu aliento.
Creí habitar tus lágrimas y he lanzado mis
aguas en marcha
hacia el olvido.
hacia el olvido.
Tú, oh inhabitada soledad, concluye el
filo de la amorosa muerte inalcanzable.
Así la voz sabrá que el fondo del
indolente litoral se aleja sobre
la abierta oscuridad de los bajeles.
la abierta oscuridad de los bajeles.
De: Sequía de las palabras
Víctor Salazar
(Barcelona, Anzoátegui, 1940 -
Cabimas, Zulia, 1983). Poeta venezolano.
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