EN EL BOSQUE
Hanoi Martínez León (1973). Pintor cubano. Tarde en el bosque
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Con mi soledad te espero en el bosque.
Que vengas hacia mí toda ternura
como viene la brisa a los ramajes.
Que crezcas a mi lado
y te aferres a mí como una orquídea.
Te daré el abanico
de las auroras,
te mostraré los frutos
que dan los altos árboles
para que seas amiga de las aves.
Que vengas hacia mí toda ternura
Porque soy triste como la penumbra
que florece en los bosques.
Que tus ojos me den los cielos que no he visto
y tu voz los murmullos que no he podido oír.
Yo para ti hollaré la tierra,
la sembraré de amor
y de esperanza,
y tú como la tierra
me darás la semilla.
Veremos florecer plantas y nidos,
correr las aguas, el amor, los días…
y esperaremos la muerte,
como los bosques, tranquilos,
esperan la madrugada.
De: Vigilia del náufrago, 1937
LOS ENAMORADOS
Pál Szinyei Merse (1845 –1920). Pintor húngaro. Los amantes
Los rostros de los enamorados, en el césped,
se vuelven, indiferentes, hacia el trueno,
hasta que brillan en la lluvia
que hace temblar las flores.
Entre durazneros y almendros,
que al giro de las estaciones
se cubren de abejas,
los enamorados
son un infinito instante,
el sueño del tiempo
estremecido en su propia tempestad.
el relámpago va huyendo
entre rocas y gallos.
El tiempo se hunde con ramas y nubes
en las charcas que deja la lluvia
cerca de los enamorados
que eternamente olvidan
su propia historia,
abandonados al relámpago
y a un sabor de mieles silvestres.
De: Poesía de viajes, 1968
NOSTALGIA NOCTURNA
Vincent van Gogh (1853-1890). Pintor holandés. |
Entre las soledades que inclinadas cultivan
violetas en la sombra del rocío,
pertenezco a la noche detenida
por negros abedules,
la noche que en la altura mueve nevados huertos
y abre los portales de la melancolía.
Estoy aquí en la tierra como una fiel costumbre,
como un galgo que lame una estatua mojada,
como el que va en la sombra llamando sus parientes,
como el gesto inocente de los espantapájaros
bajo el húmedo viento.
Coros lejanos, bíblicos, de aldeanos celestes
que suben las montañas azules de la noche,
me devuelven al tiempo de floridos almendros,
a la aldea remota que guarda, entre pastores,
hijas de molineros y torres de penumbra,
las huellas de mi infancia.
¿Me recuerda la escuela con sus manchados mapas,
con la ventana abierta hacia los ondulantes
trigales vespertinos?
¿Estoy allí, de noche,
con los amigos muertos?
¿Quién lanza serpentinas de luz a los abismos?
¿Quién tritura avellanas?
Pasa un viento de oscuros palomares,
con un rumor de plaza,
de puerta de convento,
y un perfume estrellado de azahares.
Tristeza tengo de mis pasos, y alegría
de ver la tierra, aquí,
con mis hijos que duermen viajando hacia los bosques,
con blancos animales que se agrupan
bajo los eucaliptos,
con el recuerdo apenas
de mi propia leyenda
a orilla de los mares.
De: Tres nocturnos, 1946
Vicente Gerbasi
(Canoabo, 1913-Caracas, 1992). Poeta venezolano
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