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Celebrar lo que no existe.
¿Hay otro camino para celebrar lo que
existe?
Celebrar lo imposible.
¿Hay otro modo de celebrar lo posible?
Celebrar el silencio.
¿Hay otra manera de celebrar la palabra?
Celebrar la soledad.
¿Hay otra vía para celebrar el amor?
Celebrar el revés.
¿Hay otra forma de celebrar el derecho?
Celebrar lo que muere.
¿Hay otra senda para celebrar lo que vive?
El poema es siempre celebración
porque es siempre el extremo
de la intensidad de un pedazo del mundo,
su espalda de fervor restituido,
su puño de desenvarado entusiasmo,
su más justa pronunciación, la más firme,
como si estuviera floreciendo la voz.
El poema es siempre celebración,
aunque en sus bordes se refleje el
infierno,
aunque el tiempo se crispe como un órgano
herido,
aunque el funambulesco histrión que empuja
las palabras
desbande sus volteretas y sus guiños.
Nada puede ocultar a lo infinito.
Su gesto es más amplio que la historia,
su paso es más largo que la vida.
De: Novena poesía vertical (1984)
Roberto Juarroz
Poeta argentino (1925 – 1995)
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