[24]
El amor ascendía entre
nosotros
como la luna entre las
dos palmeras
que nunca se abrazaron.
El íntimo rumor de los
dos cuerpos
hacia el arrullo un
oleaje trajo,
pero la ronca voz fue
atenazada,
fueron pétreos los
labios.
El ansia de ceñir movió
la carne,
esclareció los huesos
inflamados,
pero los brazos al
querer tenderse
murieron en los brazos.
Pasó el amor, la luna,
entre nosotros
y devoró los cuerpos
solitarios.
Y somos dos fantasmas
que se buscan
y se encuentran
lejanos.
De: Canciones y romanceros de ausencias (1958)
Miguel Hernández
(Orihuela, España,1910-Alicante, 1942). Poeta
español.
No hay comentarios:
Publicar un comentario