miércoles, 31 de julio de 2013

EUGENIO MONTEJO


ANILLO

 
Julio Romero de Torres ( 1874 - 1930). Pintor español. Canto de amor.




     Un solo amor puede salvarlo todo,
     lo que se fue, lo que ha partido y ya no vuelve,
     los naufragios que emergen del olvido
     y nos persiguen al fondo de algún sueño,
     las pérdidas que en cada sombra nos acechan
     con dados negros, esquivos a la suerte,
     la llama que hizo noche en nuestras manos,
     la angustia, el sufrimiento, los sollozos,
     los oscuros Titanics de la sangre,
     lo que nació para no ser y fue un instante
     y el grito azul que era disfraz de la quimera…
     Todo el furor, el polvo y la derrota
     con un amor, un solo amor, pronto se salvan:
     un solo amor puede salvarlo todo.




De: Papiros amorosos






Eugenio Montejo
(1938-2008). Poeta venezolano.

Fotografía: Lisbeth Salas


HESNOR RIVERA

MEMORIAS DE TU HUÍDA


 
Jacek Yerka (1952). Pintor polaco. Time Avenue, 1997




Partías a recobrar las piedras
de naufragio del ídolo que iluminaba
como un ojo de bestia a los bosques
delirantes oh! mortal donde ardías.

Hubo un tiempo en que hasta el águila
de garras marítimas y hasta el lobo
que fingía devorarte los sueños
alimentaban tu sangrante extravío.
Sostenían con ecos de dolor
Tu cuerpo terriblemente puro.

Partías sobre la memoria. Crujieron
los espejos de carbón. Los espejos
perfumados con las hojas de un buitre.
Los espejos de la cabellera que te oculta las alas.

La orilla de las lámparas siniestras
como las lagunas te cercó los labios.
Y no había para la fatiga de tu voz
un cielo de palmeras rojas
ni un huerto de fantasmas con plumaje
de hortensias que apagara la sed
del laberinto que bebía en tus ojos.

Oh! mortal. Partías sobre un césped
que eclipsa la ebriedad de los soles.

Desde entonces retornas. Traes
en la frente y en los hombres alaridos
profundamente abiertos como anémonas
sembradas por los dedos de un pájaro.
Traes en los senos la mirada
de las fieras solares que acosaron
la tiniebla de tu amable naufragio.

Retornas oh! mortal. Retornas y partías.
Crujen las paredes de tormenta.
Las paredes traspasadas de músicas
de antigüedad tangible. Las paredes
de espaldas que hostiga la vigilia.

El centro de las lámparas rompe la sombra
y flota y se hunde sobre el mundo
tu cuerpo como un témpano. Oh! despojo
del ídolo. Oh! bella de cien muertes.

Hay un tiempo en que hasta el mar
de garras de leopardo y hasta el sueño
dan vueltas en torno a tu regreso
porque en la noche brillas como un bello relámpago.

Y una vez más la bestia abre
las ventanas al alba. Arroja
su lamento contra el cerco del bosque
donde las nostalgias resucitan al desolado corazón de tu olvido.





De: Apuntes de un Resucitado (1949 - 1955)





Hesnor Rivera

(Maracaibo, 1928 – 2000) Poeta, crítico, ensayista, articulista, fundador del grupo “Apocalipsis” y profesor universitario venezolano.

martes, 30 de julio de 2013

MARÍA CALCAÑO


Antonio  MoLLá  Lorente. Pequeña rosa








             Al tallo de aquella rosa

     le asomaban puntas de estrella.

     ¡Y la gente se empeñaba

     en que eran espinas!







De: Anotaciones y otros fragmentos (1920-1940)



María Calcaño
(Maracaibo, 1906-1956). Poeta venezolana.


MARÍA ZAMBRANO

APUNTES SOBRE EL TIEMPO Y LA POESÍA

Atelier-Aristide Maillol, 1936 por-Brassaï




El arte parece ser el empeño en descifrar o perseguir la huella dejada por una forma perdida de existencia. Testimonio de que el hombre ha gozado alguna vez de una vida diferente. Pero en esta persecución las artes de la palabra parecen encerrar la clave más que las plásticas, siempre más de este mundo, más adaptadas a la realidad que se nos ofrece. La razón no es difícil de encontrar; las artes plásticas tienen menos que ver con el tiempo; su apariencia, por el pronto, es espacial y no sucesiva; su goce no es a la par una realización.
   Y en la vida humana lo decisivo es el tiempo. Más, el tiempo en que vivimos parece ser ya el producto de una escisión. De ahí el irresistible afán, nacido de la nostalgia, de ese tiempo perdido, que si en algún arte se refleja es en la poesía porque ella parece procurar su posible resurrección, dentro de este tiempo en decadencia.
   La poesía primera que nos es dado conocer es lenguaje sagrado, más bien el lenguaje propio de un periodo sagrado anterior a la historia, verdadera prehistoria. Palabras sagradas que hoy oímos todavía en las fórmulas de la Religión; pero ellas para el creyente no son poesía sino misteriosa verdad. La palabra sagrada es operante, activa ante todo; verifica una acción indefinible, porque no es un acto determinado y concreto, sino algo más; algo infinitamente más precioso e importante, acción pura, libertadora y creadora, con lo cual guardará parentesco siempre la poesía. Toda poesía tendrá siempre mucho de este primer lenguaje sagrado; realizará algo anterior al pensamiento y que el pensamiento no podrá suplir cuando no se verifique.
   En el lenguaje sagrado la palabra es acción. Son fórmulas que hacen abrirse un espacio antes inaccesible. La acción de lo sagrado es la que parece proporcionarnos este espacio, verdadero «espacio vital», pues es la posesión de nuestro tiempo y la manera de que las diferentes clases de seres y cosas entren en contacto con nosotros; es la accesibilidad de las diferentes maneras de la realidad. De ahí  la imagen inveterada de unas puertas que se abren ante una fórmula sagrada o ante un conjuro mágico, remedo de la verdadera acción. Hay un libro venerable que por tantos motivos puede ser considerado el origen de la poesía: EI Libro de los Muertos, de Egipto. La momia perfecta se presenta ante sus jueces; al final de cada examen son pronunciadas las palabras sagradas, sacramentales: «Pasa; eres puro» y le es franqueada una puerta, espacios cerrados hasta ese instante, espacios de los que entra en posesión al par que de su libertad; zonas de una realidad hasta entonces oculta, vedada. Y este espacio y esta realidad si pueden ser gozados tienen que haber sido sentidos en su privación, por ese «eros», apetito que no se dirige a cosa alguna en particular, sino a una realidad presentida en el recuerdo.
  
Porque estos espacios cuando se abren han de ser sentidos no como conquistados, sino como recuperados, puesto que se ha vivido con la angustia de su ausencia; la nostalgia de lo que nunca se ha tenido hace sentir cuando al fin se lo goza, como un volver a tenerlo.
   Poeta es el hombre devorado por la nostalgia de estos espacios, asfixiado más que ningún otro por la estrechez del que se nos da, ávido de realidad, de intimidad con todas sus formas posibles. La poesía pretende ser un conjuro para descubrir esa realidad, cuya huella enmarañada encuentra en la angustia que precede a la creación.
Arthur Rimbaud
   Y de ahí, el espejismo que le ha hecho sentir al poeta moderno la nostalgia de su infancia, y que ha producido en muchos críticos o teorizantes la idea de que la poesía sea levadura de la infancia. Porque el hombre moderno se ha acostumbrado a situarlo todo en su historia individual, en la historia que le hace individuo. Pero los poetas más lúcidos como Rimbaud no parecen, a pesar de todo, haberse engañado nunca (1); saben que su nostalgia es de un tiempo anterior a todo tiempo vivido y su afán por la palabra, afán por devolverle su perdida inocencia. Adoradores de la inmaculada concepción de la palabra, de la palabra inocente, de pureza activa, de la palabra en el orden de la creación.
   Hay un momento peligroso para la existencia y suerte de la poesía: el de la épica. Cuando el hombre se lanza hacia su historia, cuando inaugura el modo de vivir histórico que conocemos, la poesía le acompaña. Es cuando nace la poesía propiamente dicha, cuando independizándose deja de ser lenguaje sagrado para ser poesía, lenguaje humano. Será entonces memoria; memoria que guarda la imagen de una Edad de Oro y que atesorará las hazañas del tiempo histórico,  mediadora entre estos dos tiempos; el histórico y el de la Edad Dorada o Paraíso Perdido. Y mientras la razón se dirigirá ante todo, al porvenir, de esencia previsora, la poesía será ya para siempre memoria; memoria, aunque invente. Y esta memoria dignificará la historia real, y será una forma de piedad que compense de la crueldad del recién llegado, de las nuevas generaciones que suben a la vida. Memoria piadosa del antepasado que domará al recién venido.
Alphonse Osbert 
   Tras de la Épica nace la Lírica, que es, esencialmente, Elegía, llanto y que corresponde a la existencia individual, del hombre que vive como individuo una vida hermética y deleznable; sintiéndose perecedero, sintiendo perecedero todo lo que toca. Llanto por lo que huye, llanto por lo que no acaba de mostrarse; por la imperfecta posesión y la manchada castidad, por la inocencia perdida sin compensación.
   En esta vida que da nacimiento a la Elegía el problema del tiempo aparece más agudizado que nunca. Es como si solamente se viviese en lo pasajero, consumido por el espectáculo de su paso, gozando de la realidad justamente lo que en ella sin cesar se marchita. La poesía lo llora; luego recordando, intentará crear la imagen mágica del tiempo sagrado por una forma de lenguaje activo, creador. Seguirá buscando la inocencia de la palabra, y lo hará ahondando más y más en el interior de nuestra hermética vida hasta encontrar un cierto espacio, lago de calma y quietud; ese punto, ese centro desde el cual es posible poseerlo todo, sin perderlo ya más. Es, será cada vez más, su ilusión. La palabra se volverá hacia lo que parece ser su contrario y aun enemigo: el silencio. Querrá unirse a él, en lugar de destruirle. Es «música callada», «soledad sonora», bodas de la palabra y el silencio. Pero al retroceder hasta el silencio ha tenido que adentrarse en el ritmo; absorber, en suma, todo lo que la palabra en su forma lógica parece haber dejado atrás. Porque solamente siendo a la vez pensamiento, imagen, ritmo y silencio parece que puede recuperar  la palabra  su inocencia perdida, y ser  entonces pura acción, palabra creadora.



1-    El respeto al «sagrado desorden» de su espíritu no es la complacencia en el desorden del «enfant terrible»— como sugiere Cocteau en su caricatura del poeta—. Cocteau ofrece la versión para la burguesía—sin riesgo—del poeta sagrado y maldito a lo Rimbaud.



De: Hacia un saber sobre el alma (Alianza Literaria).






María Zambrano

(1904-1991). Filósofa y ensayista española.

CONSTANTINO CAVAFIS


UN VIEJO



 
Vladimir Bazan (1953). Fotógrafo ruso. 




En la parte interior del ruidoso café,
inclinado sobre la mesa, está sentado un viejo,
con un periódico frente a él por toda compañía.

Y en medio del desprecio de su miserable vejez,
piensa qué poco disfrutó los años
en que tuvo vigor, ingenio y apostura.

Sabe que ha envejecido mucho: lo siente, lo ve.
sin embargo, el tiempo de su juventud parece
que fue ayer. ¡Qué espacio tan breve, qué espacio tan breve!
Y piensa en cómo lo engañó la sensatez,
en cómo siempre se fió -¡qué locura!-
de la embustera que le decía: " Mañana. Tienes mucho tiempo ".

Recuerda los impulsos reprimidos y tantas
alegrías sacrificadas. De su necia prudencia
se mofa ahora cada ocasión perdida.

Pero de tanto pensar y recordar
el viejo se marea. Y se adormita
apoyado en la mesa del café.


 (1897)




Traducción: Francisco Rivera

   


      
Constantino Cavafis
Κωνσταντίνος Πέτρου Καβάφης

(1863 – 1933) Poeta griego nacido en Egipto.


lunes, 29 de julio de 2013

MARINA TSVETÁIEVA


 
Natalia Sergeevna Goncharova (1881-1962). Pintora rusa. Frost.




Hermandad de los nómadas
     -a esto nos llevas.
     Una tormenta,
     sobre la cabeza, la espada:

     horror de las palabras
     que esperamos.
     Como una casa en ruinas,
     son las palabras « a casa ».

     Las grita el niño con desgarro:
     ¡vamos a casa!
     Casi un bebé ya había dicho:
     «¡ Dame! ¡Es mío!»

     Hermano mío en los excesos,
     fiebre mía, escalofrío.
     Mientras todos piden salir,
     tú dices sólo: ¡a casa!

     Caballo que da tirones al ronzal.
     —¡Arriba!—La soga hecha pedazos.
     —No hay casa para nosotros.
     —Sí, aquí mismo, a diez pasos.

     La casa de la montaña. —¿ O más
     alta tal vez? ¿La casa es una cumbre?
     La ventana justo bajo el tejado. –No sólo
     por el fuego de la aurora, encendida, ¿verdad?

     De nuevo: la vida—o sea,
     la exactitud de los poemas.
     «Casa», es decir: ahí
     afuera, en la noche.
                                     (Oh, ¿a quién confiar

     el tormento, la pena?
     ¿Mi angustia, más verde que el hielo?)
     —No pienses tanto en ello.
     sopesando respondo: — Sí.






Marina Tsvetáieva
(26 de septiembre 1894 - 31 de agosto 1941). Poeta rusa.


domingo, 28 de julio de 2013

YUAN TSEN TSAI

José Garrido Herráez (1954). Pintor español. Sauce, 2012




Las flores de los sauces se asemejan a los copos de nieve.

Indecisas y errantes como ellos,

Ignoran el lugar de su destino

Y se entregan sumisas al viento y a la lluvia.





Traducción: Marcela de Juan (Ma Ce Huang)



Yuan Tsen Tsai
Poeta chino.