I
Muestra a la hermosura el evidente riesgo
de despreciada después de poseída
Rosa que al prado encarnada
te ostentas presuntuosa
de grana y carmín bañada:
campa lozana y gustosa;
pero no, que siendo hermosa
también serás desdichada.
¿Ves, de tu candor que apura
al alba el primer albor?
Pues tanto el riesgo es mayor
cuanto es mayor la hermosura.
No vivas de ella segura
que si consientes, errada,
que te corte mano osada
por gozar beldad y olor,
en perdiéndose el color
también serás desdichada.
¿Ves a aquel que más indicia
de seguro en su fineza?
Pues no estima la belleza
más de en cuanto la codicia.
Huye la astuta caricia,
que si, necia y confiada
te aseguras en lo amada,
te hallarás después corrida;
que, en llegando a poseída
también serás desdichada.
A ninguno tu beldad
entregues, que es sinrazón
que sirva tu perfección
de triunfo a su vanidad.
Goza la celebridad
común, sin verte empleada
en quien, después de lograda,
no te acierte a venerar;
que, en siendo particular,
también serás desdichada.
Sor Juana Inés de la Cruz
Poeta mexicana (1651 – 1695)
De: Glosas
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