BEJUMA
Esa tarde en Bejuma no
debe haber pasado nada;
de sus olores a pan
caliente,
es probable que ya nadie
se acuerde.
Los campesinos fueron
temprano a sus casas
y nosotros a la nuestra.
Las luces del pueblo
no se apagaron antes ni
después;
las aguas del río
siguieron suavemente
su curso y las siembras
de tabaco
recibieron su dosis
diaria de agua fresca.
Mi tía rezó completo su
rosario
y luego estudió un poco
de inglés.
Ese día tal vez haya sido
menos húmedo
y caliente. Como de
costumbre,
los vientos no inclinaron
las copas de los árboles
ni aullaron sobre el
tejado. Sin embargo,
esa tarde en Bejuma,
hace un poco más de
veinte años,
los limones del patio de
la casa
estuvieron más amarillos
y jugosos.
De:
Nuevos
poemas
Alejandro
Oliveros
(Valencia,
Venezuela, 1948). Poeta venezolano
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