VI
LA VANA ESPERANZA
No olvidar los momentos en que la muerte se nos acercó a temprana edad y el cuerpo tocó su campana, haciendo caso omiso a nuestros sueños. Los amigos que enterramos y el inenarrable dolor de sus familias. Ya sabemos que había transcurrido una eternidad antes de que naciéramos y también transcurrirá otra cuando ya no seamos, como nos dice Joyce en Los Exiliados.
El poeta Vicente Gerbasi en su poema clama: “Haz grande mi tristeza / misterio de la Noche”. Porque sólo una gran tristeza puede elevarlo sobre los montes, “las nieblas solitarias”, el valle de los siglos y encuentra en ello un signo de redención, de afirmación, de positividad. En cambio, yo creo que ese deseo es siempre inútil o no se justifica, porque la tristeza no se nos presenta por mitades, ella es plena, arrolladora como desciende la noche sobre el día, así lanza sus caballos encabritados sobre nuestros sueños, y somos ante ella unos simples huéspedes de la ilusión, de la vana esperanza. De tal manera nos ve la tristeza a nosotros. Lo que sí tenemos qué hacer es, descubrir su poética, desgajar el fruto, destilar el zumo de su enseñanza, pulimentar el acero con que nos ha herido para tener pendientes algunas estrategias cuando vuelva a intentar herirnos con su diente hostil. Y de esas estrategias ninguna es mejor que EL POEMA. Hacia allá, hacia allí, debemos dirigir la proa. Y las palabras son EL MEJOR REMO.
De Viaje al poema (2005)
Gabriel Mantilla Chaparro
(Cali, 1954). Poeta y ensayista venezolano
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