CASAS DE AYER
Pedro Ángel
González (1901 – 1981). Pintor venezolano. Paisaje de San Agustín del Norte,
1939. detalle.
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Durante toda la vida se
regresa
a ciertas moradas que
fueron costumbre
y al irnos, se
hechizaron en la memoria.
Se regresa siempre,
durante toda la vida,
de los más diversos
modos,
en viajes por hacer, en
edades mitológicas,
a ciertas moradas
pretéritas
de constante presencia.
Se regresa a un lugar
de paredes y rincones,
puertas plurales, camas
navegantes,
ventanas donde se está
de espalda o de frente
al adentro o al afuera,
dado a la invitación de
mirar
en esa encrucijada de
luces cambiantes.
—¿Entraste hacia afuera? ¿Saliste hacia
adentro?
— Estoy, sin recuerdo de pasos.
La casa materna se
pierde en ella misma.
Pierde la entrada
tantas veces transpuesta,
muda, persiste dividida
en otras edificaciones,
detalles ocultan el
conjunto,
se anda sin avanzar por
el pegajoso piso.
Eran las cuatro,
entonces, en libertad
y se corre volando por
las baldosas
feliz, venciendo patios
y cuartos obstinados
hasta alcanzar los
campos del murado corral.
—Juega al recuerdo de las casas.
—¿De cuál?
—De cualquiera donde estuviste o donde
estás.
—En los pisos altos silba el viento.
Las cosas parecen
puestas donde están
hace muchísimo tiempo,
en orden inmutable.
Somos los moradores,
familia pudiente
de la parroquia. El
perro ladra siempre
hacia el portón cuando
suena el timbre.
Murió el perro. Vino
otro. Ladra. Se oye el timbre.
Duración estacionaria y
renovada
de ser niño,
lo que pasa no se
advierte
o de pronto estalla
tapando todo.
La casa en la ciudad
que no reconoces,
se acabó.
La mansión solitaria en
la colina,
librada a fieles
servidores espectrales,
dueños de secretos y
desgracias,
se acabó.
La quinta apartada
donde miraste por vez primera
brillar la Cruz del
Sur,
se acabó.
—Juega el recuerdo de las casas.
—Se acaban como viajar en barco.
—Inventa.
—Estoy hecho de casas acabadas.
Incesantes y sucesivas,
reconocidas hasta
gastarnos
y nunca iguales a sí
mismas
siendo las que fueron,
memorias de abandono,
de oscuridad, de sucios,
de claros y tumultuosos
días festivos,
de miedo o dicha
sorprendidos
en un lugar que cambia
entonces,
mudanzas, el desgarrado
irse natural,
la confusión entre
perder y ausencia,
las casas, las casas
sin mañana.
De: Domicilios, 1986
Juan Liscano
(1915-2001). Poeta venezolano.
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