CON PIE DESCALZO
Con pie descalzo
bajaba la soledad intemporal
y cual una urdimbre mágica
alrededor de su cuerpo se ovillaba.
Muchas veces miraba en torno suyo
y sólo veía fugazmente
desfilar a sus propios recuerdos.
Era el muchacho que con pasos
firmes y estruendosos
sobre su propia vida caminaba.
Una calle empinada lo veía pasar.
Al terminar la calle,
arrobada tras de la celosía
de una ventana de madera,
figurando tal vez un presagio
o una adivinación, de la prodigiosa
criatura rubia y espigada
musitaba su voz al otro lado.
No había nada más.
Las constelaciones del silencio
se precipitaban desde el cielo.
Parecida a una piel vieja y descarnada,
la calle cada vez más se recogía
en sí misma, se iba consumiendo
en las revueltas de un camino
que en ondas invisibles se perdía
en los montes. En aquellas esfumadas
comarcas, un aura peinaba a los maizales.
Y a través de un futuro impreciso
que nunca alcanzaría a ver,
fijos, los ojos del destino lo miraban.
De: La casa de la noche
Francisco Pérez Perdomo
( 1930-2013). Poeta venezolano.
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