A LA DIOSA AFRODITA
William-Adolphe Bouguereau. Pintor francés. El nacimiento de Venus, 1879 |
— ¡Inmortal Afrodita, hija de Zeus, de trono celestial,
maestra de seducción, te ruego, mi dueña,
no abrumes con angustias y penas
mi ánimo!
Más bien ven acá, así como otras veces,
mi voz desde lejos escuchaste y
dejando la espléndida morada de tu padre
pronto acudiste.
Al subir en tu carro, graciosos y veloces gorriones
te conducían desde el cielo sobre la tierra oscura,
agitando sus ágiles alas
por el aire.
Enseguida llegaban y
tú, diosa, sonriéndome,
con tu rostro inmortal, me preguntabas
por qué de nuevo sufría y por qué de nuevo
te invocaba,
y qué otra cosa deseaba en mi mente enloquecida.
Tú me decías: — ¿A
quién de nuevo debo persuadir
para que te ame? ¿Quién, oh Safo,
te atormenta?
Pero, ahora, si alguien huye de ti, te seguirá;
si no acepta tus dones, te los ofrecerá;
si no te ama, te amará;
aún sin quererlo.
—Ven cerca de mí también esta vez,
líbrame de mis duras penas, cumple
lo que mi corazón anhela que se cumpla
y lucha conmigo.
Safo
(605 a. C – 580 a.C). Poeta griega.
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