CIELO
MATERIAL
Nada
como el dolor atrae a lo humano.
Del
arte de la sangre salen palabras bellas.
Los
vocablos humanos, de dolor están hechos.
Del
dolor surgen formas,
la
alegría no canta sino en labios de carne,
pero
el dolor completa la humanidad.
Mucho
más de la vida que de la muerte somos!
Yo
no amo esta materia ebria de huesos
porque
esté corrompiéndose y muriendo.
Yo
la amor porque vive, porque sufre y persiste.
Esta
materia mía tiene fuerza de dioses,
crea
palabras, ama, sopla como un armonio,
tiene
ángeles, es bella, rebelde y fecundante;
y
morirá tan sólo si yo dejo de amarla,
si
no creo que puede perdurar en la tierra,
en
los árboles frescos, en la piedra constante.
La
verdadera muerte sólo está reservada
para
los cuervos,
para
los que amenazan al mundo con presagios,
con
el puño de Dios como un trueno en los labios.
Para
ellos tiene el tiempo ollas litúrgicas,
cocineros
siniestros, delicados verdugos
que
enviarán de un hachazo sus cuerpos a la nada.
Pero
para el que vive su humanidad y sueña,
para
el que goza y ama, para el que sufre y piensa,
para
el que ve en el vino la alegría del tiempo,
para
el que entre su muerte
adivina
las fuentes de la vida,
esa
luz, esa luz
que
arde maravillosa en las tinieblas;
para
ése tiene tiempo la eternidad,
el
cielo material del ser futuro,
los
hijos que recuerdan, la humanidad que evoca,
los
ríos, los cerebros, el animal, la tierra.
Un
Dios no es más que un hombre repartido en los hombres,
Hablad
como si hablarais a un hombre universal!
1963
De: In Vino Veritas
Ludovico Silva
(Caracas, 1937-1988). Poeta
venezolano.
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