INVIERNO
No tengo idioma para el clima
extranjero.
Lo que está sucediendo afuera en los
árboles
y en el paisaje,
ocurre también en mi mente
y en mi corazón:
la desnudez perfecta:
la desnudez de hojas y flores
allá;
la desnudez de las palabras
aquí.
Las osamentas vegetales
claman por su bella expresión,
por su antiguo y ardiente color.
No tengo idioma para el clima
extranjero.
También estoy desnudo yo,
más que de traje, de carne,
de palabras en flor.
Soy el osario
donde mis sentimientos mueven sus
esqueletos,
su absoluta y descolorida desnudez.
Ya empezará a caer la nieve;
blanco mausoleo
de los bosques y del color.
Para los que estamos desnudos hasta los
huesos,
para los que sin embargo clamamos
por ropajes más calientes y vivos,
ya empezará a caer la nieve;
a soplar el viento entre los huesos:
los del vegetal,
los del sentimiento;
a poblar la casa del bosque,
a poblar la casa
donde mi corazón y mi mente
buscan en vano ropas
con que vestir sus esqueletos:
los esqueletos que tanto saben,
los que vestidos como hombres,
los que vestidos como árboles,
serían hermosos.
La luna mueve su linterna
y en el bosque busca los trajes
de sus árboles.
Anda levantando la nieve,
pero sólo halla huesos.
También levantan nieve
mi mente y mi corazón:
la nieve que no viste
mis esqueletos ni los árboles.
No tengo idioma para el clima extranjero.
Y ayer eran los pájaros.
De: Balcón
Jacinto Fombona Pachano
(1901-1951). Poeta
venezolano.
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