YA NADIE USA SOMBRERO
Una luz marchita llueve
sobre ciertos objetos
La nieve y el tiempo
cubren suavemente
las cosas que más nos
pertenecen
las que más nos
acompañan
aquellas que comparten
un secreto
La luz del tiempo
se queda entre la casa
suplanta atemoriza
y nos cubre con su
arena
Un objeto
ensimismado en otra edad (el sillón
terminó pareciéndose a mi abuelo)
o mi habitación un
lugar o algo
—una presencia una
aparición—
alumbra como un animal
fosforescente
feliz extraviado en la
noche
de sus pensamientos
Los objetos adquieren
raras propiedades
como sucede en los
olvidados
almacenes de sombreros
reunidos como viejos
amigos
en una calle del Centro
de Bogotá donde
abrieron quizás
por primera vez sus
puertas al público
Yo todo a su alrededor
se ha ido
sólo quedan ellos y en
sus vitrinas los sombreros
de fieltro, para
caballeros, dignos, elegantes
de ala amplia,
inclinada: sombra repentina
como el vuelo de un
pájaro en la ciudad
donde ya nadie usa
sombrero
En los grandes, viejos,
sonoros edificios de los bancos
en las quietas,
sombrías y aun amables oficinas de gobierno
en los restaurantes
silenciosos con paragüero y puertas
de vaivén
en la abandonada
Biblioteca Nacional donde todo muere
más lentamente
en la estación del
tren, en los interminables corredores
repetidos de la Alcaldía
en la amplia agencia de
escaleras doradas del Correo…
nadie usa sombrero,
antiguo objeto
que alumbra con una voz
familiar
desde el otro lado del
tiempo
Una íntima
extrañeza—teñida de piedad y maravilla—
deja caer su
fantasmagórico brillo
sobre la vida y sus
objetos
que se hunden en los
días
en el relámpago sagrado
de la vida
empañada por las voces
de los recién llegados
De: Afuera pasa el siglo
Santiago Mutis Durán
(1951) Poeta colombiano.
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