viernes, 9 de agosto de 2013

CUENTO POPULAR CHINO



Zhāng Dà Qiān (1899 – 1983). Pintor chino.






A lo largo del verano Xu pasaba las horas sin trabajo contemplando aeroplanos desde la falda de un monte cercano a su casa. Pero llegó un día en que decidió poner todo ese tiempo en otra cosa: desde entonces, en aquel mismo sitio, se dedicó a leer mientras oía pasar los aeroplanos cuyos aéreos rugidos lo acompañaban.
Ya desde niño, Xu solía tocar la flauta en una casa de té propiedad de su tío. Un día, repentinamente, comenzó a quedarse leyendo en lugar de ir a tocar la flauta. Durante los helados inviernos del norte, Xu armaba complicados rompecabezas y practicaba caligrafía. Pronto, el hábito adquirido llenó los meses fríos con nuevos libros. Y de este modo, que cada vez hallaba más grato, Xu sentía obtener inmensos remansos, excedentes mayores de tiempo.
        Sentido nuevo este tibio durar de las palabras y, con él, el de las demás cosas que componen la vida.
Las sonoridades de su alma se vieron incrementadas. Cambió la sutil sensación del ocurre.
En cierta ocasión, Xu reveló que todo se lo debía a su padre, rico pero casi analfabeto.
-¿Cómo es esto?—le preguntaron.
-Su patrimonio hizo posible mi ocio—contestó -.
Y el ocio fue mi destino.
Al morir tenía noventa y nueve años y una biblioteca con diez mil volúmenes.



El Viajero



Tomado del libro Hojas de China de Gabriel Vieira.





No hay comentarios: