martes, 10 de abril de 2012

EUGENIO MONTEJO



 
Vasco Szinetar (1948). Fotógrafo venezolano. Eugenio Montejo



DIÁLOGO CON EL MISTERIO




     Aunque suelo escucharla o leerla de tanto en tanto, la pregunta acerca de qué me lleva a escribir raramente me la hago a mí mismo. Y creo que a la  mayoría de los escritores le ocurre de igual modo. Tal vez uno no suela planteársela en la intimidad porque sabe que sólo dispone de respuestas imprecisas o provisionales. En la escritura artística—y sólo a ésta ahora me refiero—como en todo acto artístico hay un lado consciente y gobernable, pero también hay otro, acaso más determinante, que no se deja predecir fácilmente. Este otro lado, donde mora muestro daimón o nuestro duende, es el que ata de por vida al poeta a su cuaderno, el que ata al pintor a su tela o al músico a su partitura.

     En el caso de la escritura poética, creo que quien a ella se consagra aprende desde temprano a convivir con la extraña autono mía de las palabras, es decir, con algo que en raros instantes las hace decir ciertas cosas más allá de su aparente significado. Tal vez por esto la poesía sea el último refugio de los dones mágicos. El racionalismo, como se sabe, ha desacreditado todo recurso a la magia, al punto que esta misma palabra hoy parezca sospechosa. Sin embargo,  cierta magia sobrevive en el hecho inexplicable de la poesía verdadera. Magia verbal, diálogo con el misterio, comprobación constante de lo inexplicable, ¿no bastan estos motivos para dedicarnos a la escritura?

     Los antiguos egipcios, como es sabido, recurrieron a la mediación de un dios, el gran Toht, «el señor de las palabras divinas», el dios del lenguaje. Lo representaron con cuerpo de hombre y cabeza de ibis. Fue el primer dios en afirmar que en el principio de todas las cosas se encuentra el Verbo. Así, pues, desde que aprendemos las primeras letras entramos en comunión con Toht y, por así decirlo, deseamos que él nos lleve la mano. Diría entonces que he tratado de escribir para aproximar a mi cuaderno su mirada de pájaro; para sentir de cerca, aunque sea durante momentos muy fugaces, la bienhechora compañía de su presencia.   



Caracas, febrero de 2004
  
  
Eugenio Montejo
(Caracas, 19 de octubre de 1938- Valencia, 5 de junio de 2008).

Poeta y ensayista venezolano. Perteneció a la generación literaria de 1958. Realizó estudios de Derecho en la Universidad de Carabobo, y de Sociología del Arte en París. Fue director literario de Monte Ávila Editores y consejero cultural en la embajada de Venezuela en Portugal.
Premio Nacional de Literatura, 1998 y Premio de Poesía Octavio Paz, México, 2004.


Texto tomado del libro  ¿Por qué escriben los escritores? de Petruvska Simne.  Fundación para la Cultura Urbana, Caracas, 2005


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