LA CASA DEL SILENCIO
La casa del
silencio
se yergue
en un rincón de la montaña,
con el
capuz de tejas carcomido.
Y parece
tan dócil
que apenas
se conmueve con el ruido
de algún
árbol cercano, donde sueña
el amoroso
cónclave de un nido.
Tal vez
nadie la habita
ni la
quiere,
y acaso
nunca la vivieron hombres;
pero su
lento corazón palpita
con un profundo
latir de resignado,
cuando el
rumor la hiere
y la sangra
del trémulo costado.
Imagino, en
la casa del silencio,
un patio
luminoso, decorado
por la
hierba que roe las canales
y un muro
despintado
al caer de
las lluvias torrenciales.
Y en las
noches azules,
la pienso
conturbada si adivina
un balbucir
de luz en sus escaños,
y la oigo
verter con un ruido
ya casi
imperceptible, contenido,
su lloro
paternal de tres mil años.
1925
De: Canciones para cantar
en las barcas
José Gorostiza
(1901-1973). Poeta mexicano
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