El cielo es triste
cuando no
puedes ya recobrar el álgebra de los colores
De otro
lado el espacio
el delirio
del poema
este rastro
de agua en los labios
Abrumado de
horizonte, de llamas, del frío de las cimas
tu sol
envejeciendo no es sino deseo en torno
al mar que
se vacía
Armadura
desprendida de una extrema plenitud de nieve
sangra el
sol en la irónica aurora.
Quizás una
pizca de sal dada a cambio
aumentaría
su belleza de ángel
tu lirismo
enarcado
Para qué
desposar estos meandros
cuando la
memoria eclipsa sus toques dichosos
cuando el
fuego de alto linaje no es más que un
último
suspiro
donde
tantos destellos propicios duermen
Traducción: Carlos
Bedoya
Henri Corbin
(Guadalupe, 1935)
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