FIERA DE AMOR
Fiera de
amor, yo sufro hambre de corazones
de palomas,
de buitres, de corzos o leones,
no hay
manjar que más tiente, no hay más grato sabor,
había ya
estragado mis garras y mi instinto,
cuando
erguida en la casi ultratierra de un plinto,
me
deslumbró una estatua de antiguo emperador.
Y crecí de
entusiasmo; por el tronco de piedra
ascendió mi
deseo como fulmínea hiedra
hasta el
pecho, nutrido en nieve al parecer;
y clamé al
imposible corazón…; la escultura
su gloria
custodiaba serenísima y pura,
con la
frente en Mañana y la planta en Ayer.
Perenne mi
deseo, en el tronco de piedra
ha quedado
prendido como sangrienta hiedra;
y desde
entonces muerdo soñando un corazón
de estatua,
presa suma para mi garra bella;
no es ni
carne ni mármol: una pasta de estrella
sin sangre,
sin calor y sin palpitación…
¡Con la
esencia de una sobrehumana pasión!
De: Los cálices vacíos
Delmira Agustini
(Montevideo, 1886-1914).
Poeta uruguaya.
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