LA
LLEGADA DE ANDRÓMACA
El heraldo Ideo, veloz mensajero, llegó
corriendo
y, deteniéndose en medio de la gente,
dijo:
–Héctor y sus acompañantes están
conduciendo hacia acá
a la delicada Andrómaca, de ojos negros,
navegando
en sus barcos sobre el mar salobre desde
la sagrada
Tebas, situada alrededor del monte
Plaquia, donde hay
una fuente de agua perenne.
Traen también numerosas pulseras de oro,
peplos purpúreos, preciosos adornos,
vajillas innumerables y piezas hechas en
plata y marfil.
Así dijo Ideo y al instante acudió Príamo,
el querido padre del novio,
ya que la noticia llegó pronto a los
familiares,
al difundirse a través de la vasta ciudad
de Troya.
Enseguida los troyanos ataron los mulos,
a sus carretas de sólidas ruedas
y en éstas se montó una gran multitud de
jovencitas,
de finos tobillos, y de señoras.
Aparte se reunieron los hijos de Príamo,
mientras los mozos subyugaron los caballos
a los carros.
Todos se dirigieron rumbo al puerto.
Entre tanto el armonioso sonido de la
flauta y la cítara
se mezclaba con el sonido de los crótalos,
cuyo divino eco subía hasta el cielo.
En todo el camino había ánforas y copas,
y la mirra y el incienso ardiente
esparcían sus aromas.
Las mujeres de mayor edad lanzaban gritos
de alegría
y todos los hombres cantaban en voz alta
un solemne himno, invocando a [Apolo],
el arquero infalible que suele tocar la
lira.
Así fueron festejados Héctor y Andrómaca,
parecidos a los dioses.
Safo
(605 a. C – 580 a.C). Poeta griega.
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