CROQUIS EN LA ARENA
La mañana se pasea en
la playa empolvada de sol.
Brazos.
Piernas amputadas.
Cuerpos que se
reintegran. Cabezas flotantes de caucho.
Al tornearles los
cuerpos a las bañistas, las olas alargan sus virutas sobre el aserrín de la
playa.
¡Todo es oro y azul!
La sombra de los
toldos. Los ojos de las chicas que se inyectan novelas y horizontes.
Mi alegría, de zapatos
de goma, que me hace rebotar sobre la arena.
Por ochenta centavos,
los fotógrafos venden los cuerpos de las mujeres que se bañan.
Hay quioscos que
explotan la dramaticidad de la rompiente. Sirvientas cluecas. Sifones irascibles,
con extracto de mar. Rocas con pechos algosos de marinero y corazones pintados
de esgrimista. Bandadas de gaviotas, que fingen el vuelo destrozado de un
pedazo blanco de papel.
¡Y ante todo está el
mar!
¡El mar!... ritmo de
divagaciones. ¡El mar! con su baba y con su epilepsia.
¡El mar!... hasta
gritar
¡BASTA!
como en el circo.
Mar del Plata, octubre, 1920.
De Veinte poemas para
ser leídos en el tranvía (1922)
Oliverio Girondo
(1891 – 1967). Poeta argentino.
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