jueves, 13 de septiembre de 2012

CARLOS DRUMMOND DE ANDRADE




BÚSQUEDA DE LA POESÍA


Pierre Poulard. fotógrafo francés. Rêve d'une lumiere



No hagas versos sobre acontecimientos.
No hay creación ni muerte ante la poesía.
Frente a ella, la vida es un sol estático,
no calienta ni ilumina.
Las afinidades, los aniversarios, los incidentes personales nada importan.
No hagas poesía con el cuerpo,
ese excelente, completo y confortable cuerpo, tan reacio a la efusión lírica.
Tu  gota  de  bilis,  tu  mueca  de  gozo  o  de  dolor  en  la oscuridad
son indiferentes.
No me reveles tus sentimientos,
que se valen del equívoco e intentan un largo viaje.
Lo que piensas y sientes, eso aún no es poesía.

***
No cantes a tu ciudad, déjala en paz.
El canto no es el movimiento de las máquinas ni la intimidad de las casas.
No es música oída de pasada: rumor  del  mar  en  las  calles junto a la línea de espuma.
El canto no es la naturaleza
ni los hombres en sociedad.
Para   él,   lluvia   y   noche,   esperanza   y   cansancio,   nada
significan.
La poesía (no saques poesía de las cosas)
elide sujeto y objeto.

No dramatices, no invoques,
ni indagues. No pierdas el tiempo en mentir.
No te aborrezcas.
Tu yate de marfil, tu zapato de diamante,
tus mazurcas y excesos, tus esqueletos de familia
desaparecen en la curva del tiempo, son algo inservible.

No recompongas
tu sepultada y melancólica infancia.
No vaciles entre el espejo y la
memoria en disipación.
Que si se disipó, no era poesía.
Que si se partió, cristal no era.

Penetra sordamente en el reino de las palabras.
Ahí están los poemas que esperan ser escritos.
Están paralizados, pero no hay desesperación,
hay calma y frescura en la superficie intacta.
Ahí los tienes, y mudos, en estado de diccionario.
Convive con tus poemas, antes de escribirlos.
Ten paciencia, si son oscuros. Calma, si te provocan.
Espera a que cada uno se realice y consuma
con su poder de palabra
y su poder de silencio.

No obligues al poema a desprenderse del limbo.
No recojas del suelo el poema que se perdió.
No adules al poema. Acéptalo
como él aceptará su forma definitiva y concentrada
en el espacio.

Acércate un poco más y contempla las palabras.
Cada una
tiene mil caras secretas bajo la cara neutra
y te pregunta, sin interés por la respuesta
pobre o terrible que le des:
¿Trajiste la llave?

Repara:
yermas de melodía y concepto,
se refugiaron en la noche, las palabras.
Todavía húmedas e impregnadas de sueño,
ruedan en un río difícil y se convierten en desprecio.


(Traducido por Gabriel Rodríguez)



 
Carlos Drummond de Andrade
(1902 – 1987). Poeta Brasileño.

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