BÚSQUEDA DE LA POESÍA
Pierre Poulard. fotógrafo francés. Rêve d'une lumiere
No hagas versos sobre
acontecimientos.
No hay creación ni muerte
ante la poesía.
Frente a ella, la vida es
un sol estático,
no calienta ni ilumina.
Las afinidades, los
aniversarios, los incidentes personales nada importan.
No hagas poesía con el
cuerpo,
ese excelente, completo y
confortable cuerpo, tan reacio a la efusión lírica.
Tu gota
de bilis, tu
mueca de gozo
o de dolor
en la oscuridad
son indiferentes.
No me reveles tus
sentimientos,
que se valen del equívoco
e intentan un largo viaje.
Lo que piensas y sientes,
eso aún no es poesía.
***
No cantes a tu ciudad,
déjala en paz.
El canto no es el
movimiento de las máquinas ni la intimidad de las casas.
No es música oída de
pasada: rumor del mar
en las calles junto a la línea de espuma.
El canto no es la
naturaleza
ni los hombres en
sociedad.
Para él,
lluvia y noche,
esperanza y cansancio,
nada
significan.
La poesía (no saques
poesía de las cosas)
elide sujeto y objeto.
No dramatices, no
invoques,
ni indagues. No pierdas
el tiempo en mentir.
No te aborrezcas.
Tu yate de marfil, tu
zapato de diamante,
tus mazurcas y excesos,
tus esqueletos de familia
desaparecen en la curva
del tiempo, son algo inservible.
No recompongas
tu sepultada y
melancólica infancia.
No vaciles entre el
espejo y la
memoria en disipación.
Que si se disipó, no era
poesía.
Que si se partió, cristal
no era.
Penetra sordamente en el
reino de las palabras.
Ahí están los poemas que
esperan ser escritos.
Están paralizados, pero
no hay desesperación,
hay calma y frescura en
la superficie intacta.
Ahí los tienes, y mudos,
en estado de diccionario.
Convive con tus poemas,
antes de escribirlos.
Ten paciencia, si son
oscuros. Calma, si te provocan.
Espera a que cada uno se
realice y consuma
con su poder de palabra
y su poder de silencio.
No obligues al poema a
desprenderse del limbo.
No recojas del suelo el
poema que se perdió.
No adules al poema.
Acéptalo
como él aceptará su forma
definitiva y concentrada
en el espacio.
Acércate un poco más y
contempla las palabras.
Cada una
tiene mil caras secretas
bajo la cara neutra
y te pregunta, sin
interés por la respuesta
pobre o terrible que le
des:
¿Trajiste la llave?
Repara:
yermas de melodía y
concepto,
se refugiaron en la
noche, las palabras.
Todavía húmedas e
impregnadas de sueño,
ruedan en un río difícil
y se convierten en desprecio.
(Traducido por Gabriel
Rodríguez)
Carlos Drummond de
Andrade
(1902 – 1987). Poeta
Brasileño.
No hay comentarios:
Publicar un comentario