ESTAR SOLO
Stephen Carroll.
Fotógrafo estadounidense. Looking inside
Es bueno estar solo.
Porque úno comienza a
buscar dónde tiene las piernas,
a mirarse los pies y las
rodillas, a deshojar todas las margaritas,
a contemplar las manos y
a saber los caminos que se han abierto en la noche.
Es bueno estar solo,
porque a úno le llora la
vida o le llora la muerte entre la vida.
Porque puede hablar úno
mismo con su espejo,
o con su propio silencio
y desterrarse,
allá, donde nunca más.
Es buen estar solo.
Poder úno hacer gestos o
burlarse
de su propio dolor.
Mirar lo dejado atrás. Lo
que el tiempo
destruyó, imperceptible,
y lo que fue quedando.
Porque, a veces, está úno
solo y sin amor.
Cansado de sufrir como si
hubiera
llegado del olvido o de
otra gente. Porque, a veces,
está uno sólo y se
contenta,
pensando como si fuera el
viento o como el río,
que es esta marcha sin
cesar.
Ahora, por ejemplo, caigo
en mi propia tumba. Me levanto.
Escupo donde antes estaba
mi epitafio. Me aborrezco
por mi origen, por todo
lo que no sé de mi pasado.
Por todos los que
murieron y dejaron mi sangre,
perdida entre mis ojos.
Ahora me visto de
mendigo. Me arrastro por las calles.
Les pido limosna para
asustarlos o para avergonzarlos.
Les digo que vayan al
carajo. Que me han robado el puesto
y la luz.
Que, un día,
los echaré a patadas o
los colgaré.
Y es de ver cómo corren
por su alma.
Es de ver la cara que se
ponen. Es de ver
que una palabra ha de
bastar
para que de una vez
pierdan la guerra.
Por eso es bueno, a
veces, estar solo.
De: Viento del Oeste
Marcos Ramírez Murzi
(San Antonio del Táchira,
1926 – Caracas, 1997). Poeta venezolano.
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