POEMA
DE LAS MARAVILLAS
Supongamos
que el cristal se reblandezca,
volviéndose
suave, suave como el humo,
y
podamos traspasarlo. ¡Oh! pero
si
es verdad que se convierte en una
especie
de niebla!. No será nada difícil
pasar
ahora al otro lado.
Alicia
en el país de las Maravillas
LEWIS
CARROL
Traspasar el cristal hacia el otro lado
en donde nos espera la llama
de una vela que ayer apagamos.
Las flores desaparecidas encima del desván, las flores
que el tiempo transfiguró en cenizas e insectos,
quizás allí, tras el cristal, exhalen aromas olvidados.
Bracear sin cansancio por la niebla
en dirección contraria a la procesión de los objetos.
Volverse humo, ser lo suave en el traspaso
y más suave aún en el desvanecimiento del espectro.
Tránsito insólito por un efímero transcurrir,
hilos invisibles en el aire del traspaso
por el cristal sin nombre en donde el tiempo
es música sin compás que anula
la grafía del estar corpóreo.
Júbilo entronizado en el que se deshace el sostén,
así el insólito transcurrir por bosques de niebla
en donde se conflagran nuestros nombres.
Qué sorpresa recobrar el rostro arrebatado, la pezuña
que nos robó la noche, esos pequeños objetos
que sin darnos cuenta traspasaron el cristal,
un botón caído, una aguja en el monte, una pieza de ajedrez.
Y cuánto gozo en la llama que creíamos extinguida,
cuánta espera hecha presencia inaudible,
cuánta baraja sin su número,
cuánta abertura sin su contraseña oclusiva,
cuánta niebla en el traspaso
haciéndonos nada difícil pasar al otro lado
en donde nos espera la llama
de una vela que ayer apagamos.
De: INÚTIL REGISTRO
Luis Enrique Belmonte
(Caracas, 1971) Poeta y
médico venezolano.
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