ERA UNA CIUDAD MUERTA
Era una ciudad muerta
sólo habitada por fantasmas.
El pasado susurraba
en las aldabas de las puertas
y corría libremente por las calles.
El quejido del viento
arrastraba seres sonámbulos
por los patios.
Hablaban los muros de otros siglos
y bostezaban en el polvo.
Arropados con sus grandes orejas
dormían los murciélagos
en los aleros de las vetustas casas.
Por los boquetes abiertos
en los pretiles de la piedra,
los ancianos figurando enormes escarabajos
se asomaban, se alargaban
con sus bastones y alcanzaban cojeando
el centro de la plaza.
La melodía de la acequia y el campanario
de la antigua iglesia
en sus escalas los alzaban por los aires
y los columpiaban a través de las edades.
De: Los ritos secretos
Francisco Pérez Perdomo
(1930-2013). Poeta venezolano
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